2-3 de septiembre: Preparándonos para Celebrar la Misa Dominical

El Evangelio de la Misa que vamos a celebrar el domingo que viene (Mateo 16, 21-27) se sitúa inmediatamente después del Evangelio del domingo pasado. Es un texto que puede parecer desconcertante: el Señor, que acaba de alabar a San Pedro, ahora le dice ni más ni menos: “Quítate de mi vista, Satanás.” San Pedro, el discípulo por excelencia, ofrece en los Evangelios esta imagen contrapuesta: es el creyente, el hombre que confía en Jesús –  pero es también el que no entiende sus caminos y niega a su maestro.

Estas palabras (“Quítate de mi vista, Satanás”) son las mismas que Jesús dirigió al tentador (en Mateo 3, 10). La coincidencia es significativa, y nos explica que la tentación no es sólo un hecho anecdótico, situado al comienzo de su ministerio, sino que acompañó a Jesús toda la vida. San Pedro, como el tentador, quiere hacerlo caer, es decir, quiere desviarlo del camino que el Padre le indica, y aún cree hacerle un favor – ya no piensa como Dios, sino como los hombres.

El ejemplo de San Pedro nos puede enseñar que la verdadera decisión que importa tomar en nuestra vida es la firme voluntad y resolución de renunciar a sí mismo. Esto es lo que significa seguir a Jesús. Y no hay otro camino para que se cumpla la voluntad del Padre. Y sabemos que eso era lo más importante para Jesús, encarnar siempre lo que Dios quería para llevar a cabo su plan – no el plan de San Pedro, ni los planes nuestros.

Ojalá sepamos discernir siempre, preguntándonos cada día “¿qué quiere Dios de mí hoy y ahora, para que el Reino siga creciendo … para que yo sea más feliz … con la ayuda del Espíritu?

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