En la Última Cena Jesús dijo: “En esto conocerán todos que ustedes son mis discípulos, en el amor que se tengan unos a otros.” Él estaba hablando no precisamente de cualquier clase de amor, sino del amor con que Él mismo amó (y ama ahora) a sus discípulos, es decir, un amor que llega hasta el final, que no pone condiciones, que sacrifica todo si es necesario por los otros. Este es el amor calificado como “con todo el corazón, con toda el alma” y tan fuerte o más que el amor a sí mismo. Esta es una tremenda tarea para el creyente; tarea que nunca acabará. ¿Es éste el tipo de amor que nos mueve?
Oremos. “Padre amoroso, tú te has vinculado a nosotros con lazos de amor y, en tus misteriosos designios, quisiste que este amor apareciera entre nosotros en forma y figura humana en Cristo Jesús, tu Hijo. Por nuestra parte, queremos que nuestro amor, aunque limitado y vacilante, refleje la grandeza del amor con que tú nos amas en Cristo Jesús, nuestro Señor. Amén.”
