18 de febrero: El Día del Señor

Propiamente, Jesús no enseñó una “doctrina religiosa” para que sus discípulos la aprendieran y difundieran correctamente. Jesús anuncia, más bien, un “acontecimiento” que pide ser acogido, pues lo puede cambiar todo. Ello está ya experimentando: “Dios se está introduciendo en la vida con su fuerza salvadora. Hay que hacerle sitio.”

Según el Evangelio de San Marcos (1, 12-15), Jesús “proclamaba esta Buena Noticia de Dios: se ha cumplido el plazo. Está cerca el reino de Dios. Conviértanse y crean la Buena Noticia.” Es un buen resumen del mensaje de Jesús: “Se avecina un tiempo nuevo. Dios no quiere dejamos solos frente a nuestros problemas y desafíos. Quiere construir junto a nosotros una vida más plena. Cambien de manera de pensar y de actuar. Viven creyendo este Evangelio.”

Para Jesús el Reino de Dios no es un sueño. Es el proyecto que Dios quiere llevar adelante en el mundo; el único objetivo que han de tener sus seguidores. ¿Cómo sería la Iglesia si se dedicará sólo a construir la vida tal como la quiere Dios, no como la quieren los amos del mundo? ¿Cómo seríamos los católicos si viviéramos convirtiéndonos al reino de Dios? ¿Cómo lucharíamos por el “pan de cada día” para todo ser humano?

Oremos. “Líbranos, Señor, de la tentación de querer llegar a la meta sin hacer el camino, llegar al éxito sin el esfuerzo. Líbranos, Señor, de la tentación de querer hacer el camino con el aplauso, de hacerlo cuando los demás nos ven. Líbranos, Señor, de la tentación de dar un rodeo cuando en el camino nos encontramos con el hermano herido, hambriento, y abandonado. Líbranos, Señor, de la tentación de querer hacer el camino cargado de cosas y más cosas o viviendo de apariencias. Líbranos, Señor, de la tentación de querer vivir la vida prescindiendo de tu voluntad y, sobre todo, prescindiendo de tu amor. Amén.”

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