18 de agosto: Solidaridad Con Todos Los Que Sufren

En una sociedad como la nuestra en que se valora más la competitividad, los privilegios, y la productividad, la Palabra de Dios y la Vida Sacramental nos presentan una forma alternativa de vivir nuestras relaciones: el servicio desinteresado, la justicia que se fundamenta en la bondad y en la generosidad, y el trabajo que busca por encima de todo el bien de las personas.

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Quisiéramos reafirmar nuestra preocupación, cercanía, y solidaridad con todos los que sufren por las consecuencias de la pandemia y los invitamos a reconocer la fragilidad compartida que el mundo experimenta hoy en día. Nos duele el sufrimiento de tantas familias que han vivido el drama del contagio, la incertidumbre provocada por las limitadas posibilidades de atención, y la muerte de sus seres queridos sin posibilidad de despedirlos. Sufrimos con aquellos que viven solos y han tenido que afrontar la cuarentena más aislados que antes.

Pidamos diariamente por los que han perdido el empleo y por los muchos, de tantos sectores de la población, que representan trabajos informales y por los sintecho, como son las personas en condición de calle, los migrantes, y los desplazados a causa de los conflictos sociales.

Nos solidarizamos con los médicos, las enfermeras, y todo el personal sanitario, quienes atienden de manera directa el dolor de los enfermos.

Oremos. “O Dios, tú te elevas por encima de nosotros y sin embargo, estás más cercano a nosotros de lo que estamos a nosotros mismos. Tú nos conoces como somos y aun así todavía nos amas. Enséñanos tus sorprendentes maneras, para que tus pensamientos lleguen a ser nuestros y para que compartamos generosamente con los que nos rodean todos los buenos dones y la vida que nos has dado por la generosidad de tu corazón, por medio de Jesucristo nuestro Señor. Amén.”

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