17 de enero: Renovando Nuestra Esperanza

La función de las leyes de la Iglesia es ordenar las relaciones dentro de la comunidad, de tal modo que se guarden los derechos de Dios y de la gente con la que convivimos, y para hacernos conscientes de nuestras propias responsabilidades. Sin embargo, la experiencia nos muestra  que es una tentación humana permanente convertir las leyes en algo absoluto, hasta llegar a hacer a las personas esclavas de la ley, en vez de que la ley sea servidora de las personas. Jesús siempre nos recuerda la prioridad de las personas y de la comunidad humana por encima de la letra de la ley.

Nuestra firme esperanza, el ancla de nuestra fe (Hebreos 6, 10-20), es que Dios hizo a Cristo nuestro “sumo sacerdote.” De todos modos, nuestra fe se basa en la palabra de Dios y en Cristo nuestro libertador.

Oremos. “Oh Dios, nos has dado a ti mismo en tu Hijo Jesús para recordarnos que lo que cuenta es cómo vivimos para ti y para los hermanos y hermanas y cómo hacemos partícipes los unos a los otros de nuestra propia persona. Que tu gracia nos colme con la mentalidad de tu Hijo, para que nos hagamos presentes los unos a los otros con un amor liberador. Ya que tú nos has hecho liberado de toda esclavitud, por Jesucristo tu Hijo. Amén.”

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