17 de diciembre: Una Semana con La Virgen María (IV)

En el corazón del Adviento está nuestra Santísima Madre, María. Cuando comprendemos el lugar que tiene María en la historia de la salvación, nos damos cuenta de que Jesús se toma muy en serio nuestra vida. El Libro del Apocalipsis nos muestra a nuestra Santísima Madre, participando en un combate espiritual con la “serpiente antigua que es llamada diablo” en tanto que él “lucha contra los que guardan los mandamientos de Dios y dan testimonio de Jesús.”

En este camino que recorremos, especialmente durante de la temporada de Adviento, Jesús nos entrega a su madre para que continuemos la obra de salvación de Él, para que ella nos guíe y vele por nosotros cuando buscamos dar testimonio de Él y seguir sus mandamientos. Jesús quiere que nosotros seamos modelados a imagen y semejanza de Él a través del ejemplo de fe y por la intercesión maternal de su madre.

Oren por nuestro mundo, nuestra parroquia, y todas nuestras familias. Y conforme vayamos avanzando y acercándonos al nacimiento de Nuestro Señor en esta temporada santa, encomendémonos más a nuestra Santísima Madre y pidámosle que ella sea nuestra salud y nuestra esperanza.

“Dios te salve María, Señora de la paz y Virgen de Guadalupe, oramos por la paz en nuestro mundo; haznos pacificadores. Dios te salve María, amiga de la gente común, únenos a través de las líneas económicas; juntos elevemos la causa de los oprimidos. Dios te salve María, Madre de México y de las Américas, ayúdanos a poner fin a la pobreza. Dios te salve María, Madre del Niño Jesús, oramos por todos los niños que son víctimas de la guerra y del hambre; luchemos por ellos. Dios te salve María, esposa del carpintero, José, oramos por los derechos de todas las personas que trabajan duro en todo el mundo, permite que su dignidad sea reconocida. Dios te salve María, mujer de todas las generaciones, muévenos a hablar por las personas mayores que carecen de atención médica adecuada y refugio. Dios te salve María, madre sin hogar, oramos por aquellos que no tienen un hogar; permítenos abogar por la vivienda asequible. Dios te salve María, Señora de todos los colores, muéstranos cómo amar a todas las personas, desafiando el racismo y la discriminación. Dios te salve María, Madre de nuestro mundo, haznos humildes servidores, trabajando por la justicia y el bienestar en todo el mundo. Amén.”

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