17-18 de julio: Preparándonos para Celebrar la Misa Dominical

Hemos vivido y seguimos viviendo un tiempo muy convulso, que ha removido, cuestionado, eliminado, alterado, puesto en crisis o dejado en evidencia la fragilidad en tantas cosas de nuestra vida. Por ejemplo, en las relaciones familiares y sociales, la economía, la relación con la naturaleza, el papel de la ciencia y el de los políticos, la responsabilidad personal, la solidaridad, y el sacrificio de muchos. Y también ha afectado a la vivencia y práctica de “la fe.” Hemos perdido muchas vidas (especialmente a causa del virus), la salud física y mental ha quedado perjudicada en bastantes casos, y los sentimientos de soledad, depresión, ansiedad, tristeza, y desesperanza se han multiplicado.

Por eso resulta tremendamente oportuna la invitación que hace Jesús a los suyos de entonces y de hoy (como vamos a escuchar durante de la Misa, el domingo que viene): “Vengan ustedes a solas a un lugar desierto a descansar un poco.” (Marcos 6, 30-34) El Señor quiere compartir, comentar, reflexionar, y orar sobre lo que han vivido los apóstoles en su primer envío. Y a nosotros quiere darnos respiro, descansarnos, abrirnos a Él, comentar juntos, y buscar algún sentido a todo esto que nos está pasando especialmente después de un año y medio de pandemia.

Todos necesitamos de este descanso para reencontrarnos con nosotros mismos y con Jesucristo. Y la celebración de la Misa dominical debe ser un momento de descanso, de abrirnos confiadamente a la palabra de Jesucristo y a su presencia amorosa entre nosotros.

Ante la diversidad de opiniones, de caminos, y de ideales, el Señor nos manifiesta que Cristo es nuestro guía y pastor, que nunca nos deja solos, sino que se manifiesta vivo y presente en medio de nosotros y que nos envía profetas y pastores, como sus representantes personales, para que, enseñándonos la verdad, nos conduzcan hacia el gozo perfecto de su Reino.

Oremos. “O Dios, tu Hijo Jesús nos ha revelado que tu amor hacia nosotros es tierno, cálido, y compasivo. Hazte cercano a nosotros que andamos heridos por la vida, preocúpate por todos los débiles y pequeños, los pisoteados y oprimidos. Danos la gracia de que todos los que seguimos a Cristo sepamos sanar, comunicar vida y esperanza, y también perdonar. Que sepamos hacernos a nosotros mismos “pan” para todos los hambrientos con hambre material o espiritual. Que sepamos cuidarnos los unos de los otros como tú nos cuidas a todos, por medio de Jesucristo, Hijo tuyo y Señor nuestro, que vive y reina por los siglos de los siglos. Amen.”

footer-logo
Translate »