16 de julio: Nuestra Señora del Carmen

El Carmelo era sin duda, el monte donde numerosos profetas rindieron culto a Dios. Los principales fueron Elías y su discípulo Eliseo, pero existían también diferentes personas que se retiraban en las cuevas de la montaña para seguir una vida eremítica. Esta forma de oración, de penitencia y de austeridad fue continuada siglos más tarde por hombres cristianos que siguieron el modelo de Jesucristo y que de alguna forma tuvieron al mismo Elías como patrón, situándose en el valle llamado Wadi-es-Siah.

A mediados del siglo XII, un grupo de devotos de Tierra Santa decidieron instalarse en el mismo valle que sus antecesores y escogieron como patrona a la Virgen María. Allí construyeron la primera iglesia dedicada a Santa María del Monte Carmelo. Desde su monasterio no quisieron crear una nueva forma de culto Mariano, ni tampoco, el título de la advocación, respondía a una imagen en especial. Quisieron vivir bajo los aspectos Marianos que salían reflejados en los textos Evangélicos: Maternidad Divina, Virginidad, Inmaculada Concepción, y Anunciación. Estos devotos que decidieron vivir en comunidad bajo la oración y la pobreza, fueron la cuna de la Orden de los Carmelitas, y su devoción a la Virgen permitió que naciera una nueva advocación: Nuestra Señora del Carmen.

Oremos. “Oh Dios, que adornaste a la Orden de la Beatísima siempre Virgen y Madre tuya, María, con el singular título del Carmelo: concede propicio que escudados con los auxilios de aquella cuya conmemoración celebramos, seamos dignos de llegar a los gozos eternos. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.”

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