15 de julio: San Buenaventura, Cumpleaños, y Aniversario

El cansancio físico es más o menos fácil de restablecer. Después de una jornada agotadora de trabajo, un buen sueño reparador, una mañana de “relax,” y una sana comida nutritiva, reponen nuestras fuerzas. Pero existen cansancios que son difíciles de descansar: los cansancios del alma, los cansancios espirituales e interiores. Estos no se reponen fácilmente. Están formados por la suma de heridas afectivas, decepciones con otras personas, insatisfacciones personales, injusticias acumuladas, y sueños frustrados. El cansancio del alma es duro, arrastra por el suelo toda nuestra existencia, por mucho que cerremos los ojos, no podemos huir de sus secuelas. Es necesario tratarlo.

Jesús, “el sanador de Nazaret,” cura este cansancio. Los creyentes, a menudo tenemos la ocasión de dejarnos curar por este médico. El sacramento de la reconciliación, el retiro espiritual, la oración meditativa, los ejercicios espirituales, y el acompañamiento personal, son algunos de los mecanismos al alcance de nuestra mano, a través de los cuales el Espíritu Santo actúa sanando. 

Jesús invita a todos los cansados, a todas las personas agobiadas por los múltiples mecanismos de represión y les propone llevar otro yugo, otra carga: la de la libertad, que exige al mismo tiempo humildad y mansedumbre, es decir, honestidad personal y capacidad de diálogo y tolerancia para poder ser curados; porque la soberbia y la violencia cierran la puerta a toda posible sanación.

Mientras que en la libertad que nace de la paz interior y sinceridad, el corazón humano puede descansar. Es la libertad que podemos conquistar en Jesús. Él mismo nos ha dicho: “Vengan a mí todos los que están cansados y agobiados, y yo los aliviaré.”

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Hoy celebramos la Fiesta de San Buenaventura, el cumpleaños de Helen Shamrell (¡100 años!) que pertenece a la parroquia, y el aniversario de 32 años de nuestro párroco el Padre Mark.

Oremos. “O Dios, al celebrar la memoria de San Buenaventura, hombre de paz y amor, te pedimos que el Espíritu Santo, vínculo de amor entre ti y tu Hijo, esté presente también aquí entre nosotros. Que nos una fuertemente a todos en su paz y en su amor. Que la Iglesia universal sea para todos un nuevo Pueblo que te sea agradable, rico en esperanza, alegría y amor, por Jesucristo nuestro Señor. Amén.”

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