15 de enero: Dios está Trabajando en Nosotros y a través de Nosotros

Nuestros amigos y hermanos del Monasterio de Monte Ángel (los Benedictinos) nos han mandado algo para reforzar nuestra esperanza en estos tiempos de dificultad:

Los primeros monjes cristianos iniciaron su vida de oración en el desierto egipcio a mediados del siglo cuarto, y sus tradiciones monásticas crecieron durante los siguientes doscientos años. Diversos autores habían escrito instrucciones sobre cómo vivir una vida monástica. Al igual que otros líderes monásticos, Benito también escribió una regla de vida. Aunque contiene elementos de las primeras reglas, La Regla de San Benito es muy diferente de otras reglas monásticas.

Benito fue un genio para comprender la naturaleza humana. Mientras llama a los monjes a una austera vida de trabajo, oración, y estudio, también se da cuenta de que la gente necesita afecto, comprensión y amor. Uno de los más famosos principios de Benito es que en el monasterio nada debe ser “injusto o agobiante.” La vida monástica debe ser posible, y para que lo sea, Benito llama a que las estrictas expectativas se equilibren con perdón, comprensión, y compasión. El abad (líder de una comunidad religiosa) modelo de Benito es para sus hijos un padre sabio, compasivo, y que perdona. Como tal, es un modelo perfecto para los padres cristianos.

La Regla de San Benito es un clásico de la literatura católica. Aunque está escrita como una instrucción para la vida monástica, no debe asumirse que es un elevado tratado espiritual. No tiene nada que ver con las “etapas místicas de la oración.” Quienes buscan un nuevo método espiritual o una sensacional experiencia de oración, quedarán decepcionados. La Regla es práctica y realista. Dice a los monjes cuánto vino deben beber, cómo comportarse fuera del monasterio, y que no deben llevar cuchillos a la cama para que no se corten al darse la vuelta.

La belleza de la Regla de San Benito es que los principios de una vida poderosa están tejidos en el mismo entramado de sus prescripciones para la vida monástica. Benito considera que con un poco de concentración y disciplina, la vida ordinaria de los campesinos del siglo sexto puede convertirse en un camino hacia el cielo. Benito no saca a sus monjes del mundo ordinario, sino que los ayuda a ver venir hacia ellos la gracia de Dios a través de los aspectos fundamentales de su vida terrenal.

La sabiduría de San Benito ha perdurado porque él comprendió tanto la forma de proceder de Dios como la del hombre. En el corazón de la visión de San Benito se encuentra el entendimiento de que Dios trabaja en el mundo. En Jesucristo, Dios mismo adquirió una forma humana para que el mundo fuera redimido. Esto significa que el mundo físico y ordinario, sí importa. Dios no está aislado para siempre de nuestra vida ordinaria. Por el contrario, está activo en ella y a través de todas las alegrías y tristezas de nuestra existencia ordinaria.

Lo que se requiere no es tanto un cambio en nuestra vida, sino un cambio en nuestra conciencia que después llevará a un cambio de la forma en que vivimos. El camino benedictino nos brinda una nueva perspectiva. Vista a través de la lente de las enseñanzas de San Benito, nuestra vida ordinaria puede adquirir una nueva dimensión. A medida que esta nueva perspectiva crezca en nuestra vida, pronto nos daremos cuenta de que Dios está trabajando en nosotros y a través de nosotros de formas más profundas y bellas de lo que hemos visto antes. Nos daremos cuenta que a través de toda circunstancia ordinaria Él trabaja para darnos la vida abundante y plena que Él promete a cada uno de sus hijos e hijas.

Para leer más: https://es.wikipedia.org/wiki/Regla_de_san_Benito

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