14 de junio: La Fe

La Fe pide valentía y se vive en un conjunto de disposiciones (constancia y perseverancia por ejemplo) que forman juntas la fortaleza. La profesión de la Fe ha de ser vista como un camino que se abre haciéndolo. El camino no es fácil. La reacción espontánea es la denegación del esfuerzo y el refugio en la facilidad. La exhortación de los Evangelios se sitúa, pues, en el progreso de la Fe. Es evidente la existencia de obstáculos, pero el éxito es de los audaces. Aquí cabe un catálogo de actitudes: saber valorar la fe como don, establecer unos medios adecuados para vivirla, tener un plan de vida y observarlo, no hacerse atrás en los momentos difíciles, tener sentido de esperanza, no agobiarse en el dolor, prescindir del respeto humano, e incluir en la normalidad de la vida la incomprensión necesaria.

La vida del Señor, la de María y la de los santos no fue fácil. Son modelos de fortaleza. Concretando, de una manera más ordenada se puede sugerir la aplicación en la vida personal (valentía para acoger la Palabra, saber empezar una y otra vez, y renovar la caridad), en los quehaceres temporales (fortaleza para mejorar la vida familiar, el trabajo, y las actividades) y que un cristianismo vivido seriamente muchas veces comporta dolor (crítica, ser mal visto y atacado, y perseguido).

La profesión de Fe se presenta en todos los niveles bajo el signo de la lucha. Hay que huir del miedo y optar por la valentía. En realidad luchamos por una vida que nadie nos puede arrebatar.

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