14 de enero: El Día del Señor

Aun antes de que pudiéramos conocerle, Dios nos llamó por nuestro nombre, al ser Bautizados. Nos llamó a ser sus hijos e hijas y nos dio a cada uno de nosotros una tarea en la Iglesia. La “vocación” no se restringe sólo a sacerdotes y monjas, sino que hay un llamado dirigido a todos nosotros.

Este llamado nos llegó no sólo una vez, cuando nos hicimos hijos e hijas de Dios en el Bautismo. Dios sigue llamándonos día tras día a vivir como familia suya y a trabajar por su Reino.

Las lecturas que escuchamos en la Misa (domingo tras domingo) son Palabra de Dios y llamado para nosotros en el momento presente. El sacrificio que ofrecemos con Jesús, nuestro Señor, nos compromete a responder generosamente al “llamado de amor” de Dios.

Demos gracias a Jesús: Él nos da, cada ocho días, la oportunidad para unirnos a Él en su alabanza al Padre. Como pueblo de Dios y “cuerpo místico” de Cristo, transformémonos en signos de su amor salvador para todos.

***

Según el Evangelio de San Juan (y los otros Evangelios) es difícil acercarse a Jesús (narrado por los Evangelistas) sin sentirnos atraídos por su persona. Jesús abre un horizonte nuevo a nuestra vida.  Enseña a vivir desde un Dios que quiere para nosotros lo mejor. Poco a poco, nos va liberando de engaños, de miedos, y de egoísmos que nos están bloqueando. Quien “se pone en camino” tras el Cordero de Dios comienza a recuperar la alegría y la sensibilidad hacia los que sufren. Empieza a vivir con más verdad y generosidad, con más sentido y esperanza. Demos gracias a Dios por un don tan grande.

footer-logo
Translate »