Celebramos la Cincuentena Pascual y sigamos pacientemente acogiendo las palabras que el Resucitado pone en nuestros oídos: “Paz a ustedes.” El saludo “shalom” (en el hebreo) sintetiza todo lo mejor que nosotros podemos desear: la salud, la integración personal, la armonía con las personas, con la naturaleza, y con Dios.
Jesucristo no nos promete la prosperidad o el éxito, sino la paz, la posibilidad de vivir todo desde el centro. “Paz” no significa que encajen todas las piezas de nuestra puzzle (rompecabezas), sino que podamos contemplar todo, incluyendo los sinsabores y sufrimientos, con los ojos compasivos de Dios.
Oremos. “Padre de amor, que tu Hijo continúe viviendo en nuestra comunidad por nuestra presencia atenta a nuestros hermanos, por nuestra fe común expresada en obras de amor y de servicio, y por nuestros esfuerzos por crear un mundo mejor donde haya justicia y esperanza para todos. Y que así caminemos juntos hacia ti y demos testimonio de que Cristo es nuestro Señor y de que vive ahora y por los siglos de los siglos. Amén.”
