11-12 de junio: Preparándonos para Celebra la Misa Dominical

Según San Agustín: “Cuando uno cree conocer a Dios, en realidad está lejos de Él; y al contrario, cuando uno siente una gran oscuridad, eso mismo es señal de cercanía a Dios.” La verdad es que si Dios fuese aquello que a cada uno le hace falta, lo que a cada uno le conviene, y lo que cada cual se inventa o necesita, ese “dios a la carta” tan frecuente hoy, tendríamos a un Dios “manejable” y disponible al que acudiríamos en casos de emergencia, cuando las cosas se pongan mal. Por supuesto que en tal caso no nos plantearíamos si Él espera algo de nosotros, si tiene algo que decirnos o pedirnos. Sería un Dios sin palabra, como una especie de “buzón” donde depositar nuestras necesidades, a la espera de que las atienda.

Pero afirmamos hoy que Dios es Trinidad, comunión, relación, y comunicación. Es un Dios que mira hacia fuera de sí mismo, preocupado por los hombres. Pero no para espiarlos, ni para imponerles sus deseos, ni para controlar nuestras acciones, y premiarnos o condenarnos según el caso. No. Como dice el Evangelio de San Juan: “Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen en Él, sino que tengan vida eterna. Porque Dios no mandó su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por Él.”

Al ponernos delante de este Dios, nos encontramos con que quienes más le preocupan e interesan son los que están peor, los que lo pasan peor, a los que la vida u otros hombres tratan mal. Nos lo encontramos mirando hacia nosotros, y por eso automáticamente nuestra mirada debiera orientarse en la misma dirección: el pobre, el enfermo, el necesitado, el débil, el emigrante, y el descartado. Su deseo mayor (“La gloria de Dios consiste en que el hombre viva y la vida del hombre consiste en la visión de Dios” escribió San Ireneo) es nuestra felicidad.

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Para reflejar: No sabemos explicar la belleza, pero sí sabemos reconocerla, gozarla, y contemplarla. Tampoco sabemos definir la verdad, el amor, el bien, la libertad – no son objetos de explicación, sino más bien de búsqueda, de contemplación, de sorpresa, de dejar que nos afecten, y de callar ante ellas en silencio. En efecto, el silencio, la oración, la reflexión, la comunidad, y el estudio son caminos de acceso a Dios. Sólo estando con Él y entregándonos a Él llegaremos a conocerlo – siquiera un poco. Y lo mismo podemos decir con respecto a las personas con las que queremos estar en comunión. Por eso la Fiesta del Dios Trinidad es también la Fiesta de la Humanidad donde “ella” se hecho presente y es nuestro modelo.

Oremos. “Oh Dios, danos la gracia de responder a tu bondad por medio del Espíritu derramado en nuestros corazones. Cólmanos de alegría y de admiración por ti, e inspíranos a amar a nuestros hermanos y hermanas, a compartir con ellos y a ser uno con ellos, porque tú nos has amado primero en Cristo Jesús, nuestro Señor. Amén.”

 

 

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