Los Sacramentos

Dios nos ha regalado grandes dones en los Sacramentos. Estos encuentros con Jesucristo mismo tienen el potencial para cambiar nuestra vida cuando estamos abiertos a la gracia que se nos ofrece. Hay muchas personas ahora que están pensando, ¿cómo podemos vivir sin los Sacramentos? Pero, en realidad, ¿estamos viviendo sin los Sacramentos?

En palabras sencillas, podemos decir que los Sacramentos (todos los 7) son signos sensibles – palabras y acciones accesibles a nuestra capacidad humana de conocer – por medio de los cuales celebramos nuestra fe en Jesús, y recibimos de Él, por la acción del Espíritu Santo, sus dones y sus gracias para llevar adelante nuestra vida cristiana. En los Sacramentos Jesús resucitado se hace presente en medio de nosotros, y nos comunica la salvación que alcanzó para nosotros con su vida, su muerte, y su resurrección; nos fortalece y nos ilumina, para que podamos ser cada vez más “imagen” suya, más “presencia” suya en el mundo en que vivimos, como es el deseo de Dios Padre.

Los Sacramentos nos confieren una gracia especial que nos auxilia para llegar a ser el pueblo para el cual Dios nos creó. Todos los días nos ofrecen oportunidades de a vivir los frutos de los Sacramentos. La verdad es que los Sacramentos son la vida cristiana en acción.

Por ejemplo, tendemos a decir: “fui bautizado.” Sería más exacto: “soy un bautizado,” si es que hemos asumido nuestro Bautismo. Es en virtud del Bautismo, en efecto, que, liberados del pecado original, hemos sido injertados en la relación de Jesús con Dios Padre; que somos portadores de una esperanza nueva, porque el Bautismo nos da esta esperanza nueva (la esperanza de ir por el camino de la salvación, toda la vida). Gracias al Bautismo, somos capaces de perdonar y amar incluso a quien nos ofende y nos causa el mal; logramos reconocer en los últimos y en los pobres el rostro del Señor que nos visita y se hace cercano. El Bautismo nos ayuda a reconocer en el rostro de las personas necesitadas, en los que sufren, incluso de nuestro prójimo, el rostro de Jesús. Todo esto es posible gracias a la fuerza del Bautismo.

Pidamos entonces de corazón al Señor poder experimentar cada vez más, en la vida de cada día, esta gracia que hemos recibido con el Bautismo. Que al encontrarnos, nuestros hermanos puedan hallar auténticos hijos de Dios, auténticos hermanos y hermanas de Jesucristo, y auténticos miembros de la Iglesia. Durante de esta pandemia ¿estamos tratando de vivir sin la gracia de los Sacramentos? Claro que no. Hemos recibido un recuerdo de que hoy en día es más importante que nunca “vivir los Sacramentos, compartir con el mundo la gracia que ya hemos recibido.

footer-logo
Translate »