Today we celebrate the feastday of St Ignatius of Loyola, the founder of the Jesuit Order (the Society of Jesus). He was on his way to military fame and fortune when a cannon ball shattered his leg. Having seen the Mother of God in a vision during his recovery, he made a pilgrimage to her shrine at Montserrat near Barcelona, staying for almost a year. It was during this year of conversion that he began to write down material that later became his greatest work, The Spiritual Exercises.
From the beginning of the Society, the members have always vowed to live in poverty, chastity, and obedience. One of the things which has set them apart, however, is a fourth vow: to go wherever the Pope should send them for the salvation of souls.
St. Ignatius centered his own spiritual life on the essential foundations of Christianity—the Trinity, Christ, and the Eucharist. That personal “anchor” is expressed in the Society’s motto, Ad majorem Dei gloriam—“for the greater glory of God.” All activity on the part of the Jesuits has always been guided by a true love of the Church and unconditional obedience to the Holy Father. Pope Francis is the first ever Jesuit Pope!
For a lighthearted look at the Jesuit take on the Church’s first Jesuit Pope (from a few years ago): https://thejesuitpost.org/2013/03/whats-so-weird-about-a-jesuit-pope/
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La Iglesia celebra hoy el día festivo de San Ignacio de Loyola. Mientras se recuperaba de una herida contraída como soldado, San Ignacio leyó vidas de santos, al no tener otros libros a mano. Estas lecturas y una aparición de parte de la Virgen María le hicieron reflexionar seriamente sobre el sentido y finalidad de la vida, hizo peregrinaciones, y por fin decidió servir a Dios.
La “Compañía” que él fundó debía estar a disposición del Papa, para servir a las más urgentes necesidades contemporáneas de la Iglesia. En tiempo de Ignacio los Jesuitas contribuyeron decisivamente a contrarrestar las herejías, reformando la Iglesia, y comenzando misiones en el extranjero. Para él la acción apostólica debe tener como base la oración y la reflexión. Sabio consejo éste, también para nosotros hoy.
Oremos. “Señor Dios nuestro, como San Ignacio de Loyola, hemos aceptado tu invitación para seguir a tu Hijo Jesús como discípulos suyos y para ofrecer todo lo que hacemos “Ad Majorem Dei Gloriam,” para tu Mayor Gloria. Danos la fuerza de tu Espíritu para no buscarnos a nosotros mismos y para aceptar nuestra misión en la vida con todas sus consecuencias. Estamos seguros de que así Jesús nos llevará hacia ti, nuestro Dios bondadoso, que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.”
