Comunión Espiritual

Jamás nos hubiéramos imaginado que las iglesias tendrían que cerrar debido al gran riesgo de propagación del virus, que no se celebrarían Misas y que los fieles no pudieran recibir la Eucaristía, ni confesarse fácilmente.

En la Edad Media, vimos que la Iglesia era un lugar de consuelo y refugio para aquellos que estaban afectados por las plagas y las epidemias. Es nuestra esperanza que, como Iglesia, podamos unirnos y convertirnos en la columna vertebral espiritual de nuestra Iglesia y de nuestra nación. Todos debemos unirnos y mirar las cosas en perspectiva y tener la fe y el valor para hacer lo que parece tan difícil que es aislarnos de los demás, por el bien común.

Sí, la vida ya no es normal para la mayoría de nosotros, ya que en gran medida nuestras rutinas diarias han cambiado. ¿Pero qué podemos hacer? Debemos crear una nueva rutina para nosotros mismos. No podemos quedarnos estancados, preocupados por el futuro. Debemos vivir el presente. La profundización de nuestra vida espiritual nos ayudará tanto sicológica como físicamente. Estas realidades del ser humano confluyen en momentos difíciles como estos; sin embargo, en el meollo de esto está nuestra vida espiritual. A través de la espiritualidad, nuestra actitud mental cambiará e incluso nos dará la energía y el valor para hacer un poco de ejercicio en nuestros hogares, aunque sea simplemente en el lugar.

Durante mucho tiempo ha sido un entendimiento católico que cuando las circunstancias impiden que uno reciba la Sagrada Comunión, es posible realizar un Acto de Comunión Espiritual que es una fuente de gracia. La comunión espiritual significa unirnos en oración con el sacrificio de Cristo y adorarlo en su Cuerpo y Sangre. La razón más común para hacer un Acto de Comunión Espiritual es cuando una persona no puede asistir a la Misa. Los Actos de Comunión Espiritual aumentan nuestro deseo de recibir la Comunión sacramental y nos ayudan a evitar los pecados que nos harían incapaces de recibir la Sagrada Comunión dignamente.

Cuando no pueda recibir la Sagrada Comunión, haga oración:

(por ejemplo) “Creo, Jesús mío, que estás real y verdaderamente presente en el Santísimo Sacramento del Altar. Te amo sobre todas las cosas y deseo, en este momento, recibirte sacramentalmente, más ya que no puedo hacerlo sacramentalmente, ven, por lo menos, espiritualmente a mi corazón. Te abrazo como si ya estuvieras ahí, y me uno completamente a ti. No permitas que me separe de ti ni de tu Pueblo. Amen.”

Los grandes santos, incluso cuando habían recibido la comunión a primera hora del día, generalmente hacían una comunión espiritual más tarde, durante una visita al Santísimo Sacramento. Esta privación temporal de la comunión sacramental, con suerte, nos hará apreciar aún más el gran regalo que el Señor nos ha dado.

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