9 de septiembre: Nuestro Dios de Paciencia y Compasión

Nuestro Dios define a sí mismo como un Dios “de paciencia y compasión.” Hoy, tenemos demasiados problemas, pero el Señor nos dice, “Yo sé que estás sufriendo. Estoy siempre contigo.” La verdad es que la paciencia en nuestra vida personal y en nuestras relaciones y en el mundo nos traerá paz a todos.

Sí, hay días de ansiedad. Siempre hay problemas de fuera, pero incluso en los momentos más oscuros, puedes controlar tu sufrimiento por la manera en la que ves el mundo. Las religiones orientales siempre dicen que nuestra mente es la ‘mente de un mono’ que constantemente salta de una ansiedad a otra, sin dejarla nunca estar en paz. Sé paciente, sé positivo. “Espero al Señor, mi alma espera, y en su palabra espero, mi alma espera por el Señor más que el centinela a la aurora.” (Salmo 130, 5-6)

En estos tiempos de los rápidos y furiosos, la vida es tratada como comida rápida, con resultados desastrosos. La vida florece con la paciencia. Dios se tomó seis días para crearnos. La creación no fue hecha como comida rápida. Era una tierna planta nutrida por Dios. Según las Escrituras, “Y vio Dios que todo era bueno.” La paciencia es la forma de la sabiduría. Nos muestra que entendemos y aceptamos que las cosas tienen que desarrollarse en su propia forma y tiempo. Y eso nos da paz.

Según el Papa Francisco: “Jesús enfrentó dos poderes arrogantes: Herodes y Pilato, que se convirtieron en notas al pie de la historia. El servicio humilde, amable, y paciente de Jesús es el que se ha convertido en la luz que guía la historia de la humanidad.”

Oremos. “Señor, haz de mí un instrumento de tu paz. Que allá donde hay odio, yo ponga el amor. Que allá donde hay ofensa, yo ponga el perdón. Que allá donde hay discordia, yo ponga la unión. Que allá donde hay error, yo ponga la verdad. Que allá donde hay duda, yo ponga la Fe. Que allá donde desesperación, yo ponga la esperanza. Que allá donde hay tinieblas, yo ponga la luz. Que allá donde hay tristeza, yo ponga la alegría.

Maestro, que yo no busque tanto ser consolado, cuanto consolar, ser comprendido, cuanto comprender, ser amado, cuanto amar. Porque es dándose como se recibe, es olvidándose de sí mismo como uno se encuentra a sí mismo, es perdonando, como se es perdonado, es muriendo como se resucita a la vida eterna. Amén.”      ~ San Francisco de Asís

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