7 de mayo: El Día del Señor

La Misa nunca se acaba.

Celebrando el Quinto Domingo Pascual, recordamos que quien recorre este camino de Jesús, o mejor dicho, este camino que es el mismo Jesús (Juan 14, 1-12), acaba siendo uno con Él y con el Padre. El para nosotros inalcanzable deseo de “ver” a Dios (“muéstranos al Padre y nos basta”) se cumple contemplando a Jesús, estando con Él, amándole a Él, y siguiéndole a Él. Y de ese modo iremos reconociendo el rostro de Dios en la historia, en nuestros vecinos, en medio de nuestras familias, y en medio de nuestra soledad, nuestra enfermedad, nuestros agobios, y nuestras heridas… Una lección Pascual e importante es: Dios está siempre poniendo esperanza, fortaleza, y paz.  

Reflexión sobre el Evangelio: Si Jesús se va ¿qué hacemos? Seguir caminando, en compañía de otros hermanos y hermanas, y en la buena dirección. Y aún recibiremos la ayuda inestimable del Espíritu Santo que Jesús nos ha prometido. Pidámoslo insistentemente en este tiempo Pascual.

Después de la Misa hoy, vamos a regresar a nuestros hogares, pero la Misa no va a acabar realmente. Vamos a tener que seguir ofreciéndola en la vida de cada día, ya que es allí donde, con Cristo, nos hacemos el camino a Dios y a los demás, la verdad creíble y fiable, y la vida de la gente que nos rodea.

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