4 de mayo: La Pascua (una serie)

Nos felicitamos la Pascua. Cantamos la Pascua. Anunciamos de mil formas el misterio Pascual. Pero, ¿vivimos este misterio? “Cristo vive,” decimos. Pero, ¿estamos resucitados con Él? ¿O todo se reduce a un producto más de consumo? Estamos ahora entre el Quinto Domingo de Pascua y el Sexto Domingo de la temporada. ¿Qué significa vivir la Pascua?

La Pascua significa creer en la esperanza, aceptando la “creación sin límites,” la revolución posible, el cambio cualitativo, y la propia superación de cada día. Significa aceptar al Dios sorpresa, al Dios que pasa, al Dios que viene, al Dios que se hace presente y está en cualquier persona o acontecimiento o en cada sacramento. (Job. 1, 2) Significa aceptar la sorpresa de Dios: su palabra, su regalo, su providencia, y su amor. Y aceptar la sorpresa de la vida, porque el futuro no está escrito. De esta esperanza surge el talante pascual, firme y confiado.

Vivir la Pascua significa dejar que el Señor Resucitado exhale su aliento sobre nosotros, su Espíritu creador, como al principio. Que su aliento vital dé nueva vida a nuestros huesos secos. Ser capaces de nacer de nuevo, “capaces de la santa novedad.” Ser capaces de alimentarse con “los panes ácimos de la sinceridad y la verdad.” (1 Corintios 5, 8) Mañana…más de “lo que significa vivir la Pascua.”

Oremos: Dios de eterna misericordia, que reavivas la fe de tu pueblo con la celebración anual de las fiestas Pascuales, aumenta en nosotros tu gracia, para que comprendamos a fondo la inestimable riqueza del Bautismo que nos ha purificado, del Espíritu que nos ha dado una vida nueva, y de la Sangre que nos ha redimido. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo por los siglos de los siglos. Amén.

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