Nos felicitamos la Pascua. Cantamos la Pascua. Anunciamos de mil formas el misterio Pascual. Pero, ¿vivimos este misterio? “Cristo vive,” decimos. Pero, ¿estamos resucitados con Él? ¿O todo se reduce a un producto más de consumo? Estamos ahora entre el Quinto Domingo de Pascua y el Sexto Domingo de la temporada. ¿Qué significa vivir la Pascua?
La Pascua significa creer en la esperanza, aceptando la “creación sin límites,” la revolución posible, el cambio cualitativo, y la propia superación de cada día. Significa aceptar al Dios sorpresa, al Dios que pasa, al Dios que viene, al Dios que se hace presente y está en cualquier persona o acontecimiento o en cada sacramento. (Job. 1, 2) Significa aceptar la sorpresa de Dios: su palabra, su regalo, su providencia, y su amor. Y aceptar la sorpresa de la vida, porque el futuro no está escrito. De esta esperanza surge el talante pascual, firme y confiado.
Vivir la Pascua significa dejar que el Señor Resucitado exhale su aliento sobre nosotros, su Espíritu creador, como al principio. Que su aliento vital dé nueva vida a nuestros huesos secos. Ser capaces de nacer de nuevo, “capaces de la santa novedad.” Ser capaces de alimentarse con “los panes ácimos de la sinceridad y la verdad.” (1 Corintios 5, 8) Mañana…más de “lo que significa vivir la Pascua.”
Oremos: Dios de eterna misericordia, que reavivas la fe de tu pueblo con la celebración anual de las fiestas Pascuales, aumenta en nosotros tu gracia, para que comprendamos a fondo la inestimable riqueza del Bautismo que nos ha purificado, del Espíritu que nos ha dado una vida nueva, y de la Sangre que nos ha redimido. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo por los siglos de los siglos. Amén.