4 de diciembre: El Día del Señor

En este Segundo Domingo de Adviento nos estamos preparando para la venida plena de Cristo a nuestras familias, a nuestra comunidad parroquial, y al mundo entero. ¿Qué vamos a hacer al respecto? Primero, tenemos que transformarnos nosotros mismos, y entonces nuestro mundo cambiará.

San Juan el Bautista vino para preparar a los judíos para la venida del Salvador, Jesucristo. Su mensaje era, y todavía lo es para nosotros hoy: “Cambien de conducta; ábranse a su Espíritu.”

Favor de considerar unas posibilidades concretas: procurar escuchar más, y hablar menos. Estar más pendientes de los otros, y un poco menos de nosotros mismos. No permitir que la televisión y las Redes invadan nuestros tiempos libres – mejor dar un paseo juntos, mejor preparar la comida juntos, o lavar juntos los platos. Mejor enviar alguna felicitación (aunque sea por el móvil) que no lleven esas “frases tópicas,” que no se nos escape un “felices fiestas,” porque lo que celebramos los católicos no son “fiestas,” sino la Natividad del Señor, y cuando podamos, incluir alguna frase de la Escritura, o una oración sencilla, algo que merezca la pena.

Lo “nuestro” no son los elfos, los calcetines, ni los gorritos colorados. Lo que “nos” importa de estos días es “preparar el camino al Señor.” Es el propio Señor el quien llega pidiendo que le ofrezcamos un sitio (mejor) en nuestras vidas. Amén.

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