30 de septiembre: Fiesta de San Jerónimo

Hoy, toda la Iglesia celebra la Fiesta de San Jerónimo. Dicen que este santo ha sido el hombre que en la antigüedad estudió más y mejor la Santa Biblia. Pero durante su juventud en Roma, Jerónimo estudió latín bajo la dirección del más famoso profesor de su tiempo, Donato, el cual hablaba el latín a la perfección, pero era pagano. Esta instrucción recibida de un hombre muy instruido pero no creyente, llevó a Jerónimo a llegar a ser un gran latinista y muy buen conocedor del griego y de otros idiomas, pero muy poco conocedor de la Biblia ni de los libros espirituales y religiosos. Pasaba horas y días leyendo y aprendiendo de memoria a los grandes autores latinos, Cicerón, Virgilio, Horacio, y Tácito, y a los autores griegos como Homero, y Platón, pero no dedicaba tiempo a leer libros religiosos que lo pudieran volver más espiritual.

En una carta que escribió a Santa Eustoquia, San Jerónimo le cuenta el diálogo aterrador que sostuvo en un sueño o visión. Sintió que se presentaba ante el trono de Jesucristo para ser juzgado y el Señor le preguntaba: “¿A qué religión pertenece?” Él le respondió: “Soy cristiano – católico,” y Jesús le dijo: “No es verdad. Que borren su nombre de la lista de los cristianos católicos. No es cristiano sino pagano, porque sus lecturas son todas paganas. Tiene tiempo para leer a Virgilio, Cicerón, y Homero, pero no encuentra tiempo para leer las Sagradas Escrituras.” Se despertó llorando, y en adelante su tiempo será siempre para leer y meditar libros sagrados, y exclamará emocionado: “Nunca más me volveré a trasnochar por leer libros paganos.” A veces dan ganas de que a ciertos católicos les sucediera una aparición como la que tuvo San Jerónimo, para ver si dejan de dedicar tanto tiempo a lecturas paganas e inútiles (revistas, novelas, Facebook) y dedican unos minutos más a leer el libro que los va a salvar, la Sagrada Biblia. Al fin de su vida, San Jerónimo puso en escrito estas palabras fuertes: “Ignorar la Escritura es ignorar a Jesucristo.”

Oremos. “Oh San Jerónimo, que en tu vida mortal acogiste la mirada misericordiosa del Señor, y con el apoyo maternal de María Santísima fuiste renovado en la vida de la gracia, danos tu protección y alcánzanos de Dios una sincera conversión al Evangelio de la Salvación. Tú que has sido para huérfanos, enfermos, y necesitados una verdadera llama del amor divino, aliviándolos en sus miserias y penalidades, haz que, por tu ejemplo, aprendamos a acoger también nosotros a nuestro prójimo con la misma caridad con la que Cristo nos ha amado. En el nombre de Cristo quien vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.”

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