30-31 de julio: Preparándonos para Celebrar la Misa Dominical

Todos necesitamos las cosas imprescindibles para la vida, pero nuestra experiencia humana nos sigue recordando sin cesar lo que Jesús, hace mucho tiempo ya, nos dijo: “¡El acumular riqueza no da la felicidad!” (Lucas 12, 1-13) La alegría de vivir no depende de graneros llenos o de abultadas cuentas bancarias. La calidad de vida y su alegría dependen más bien de la medida de nuestro amor al Señor y a los hermanos y hermanas, y también de nuestro compartir generoso con los demás lo que el Señor nos ha regalado. Así es cómo nos volvemos “ricos” a los ojos de Dios.

Dios ha creado un mundo bello, donde hay muchos recursos para que podamos ser felices durante del tiempo que nos toque pasar aquí. Al terminar la creación, dijo satisfecho: “Todo es bueno.” Todo. Y nos lo entregó y encomendó para que lo cuidáramos y para que fuéramos felices con todos esos dones, y con lo que podamos ir haciendo con nuestra vida: relaciones personales, opciones, prioridades, valores, estilo de vida. El peligro está en nuestro modo de relacionarnos con las cosas y con las personas.

Cuando dejamos que las cosas, los deseos, e incluso las personas, se adueñen de nuestro corazón, se vuelvan tan “importantes” que limiten e incluso anulen nuestra libertad, nuestra humanidad, que nos hagan distanciarnos o enfrentarnos con las personas (como los dos hermanos del Evangelio que discuten por una herencia). ¡Qué disfrutemos de las cosas sencillas de la vida de cada día, que son regalos de Dios y no nos dejemos esclavizar jamás por nada ni por nadie … y compartamos unos con otros nuestra amistad, nuestras alegrías, y nuestros bienes!

Oremos. “Oh Dios, sabemos que tú te preocupas y cuidas de nosotros, y por eso confiamos en ti. Nuestros corazones están divididos. Sin embargo, tenemos que darles cuidado y seguridad a nuestros seres queridos. No permitas que la codicia y la avaricia nos cieguen de tal forma que acumulemos bienes que no necesitamos y cosas materiales que realmente no son importantes. Haznos generosos para compartir lo que tenemos con los demás, para así volvernos ricos a tus ojos. Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor. Amén.”

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