3 de mayo: La Pascua (una serie) y La Fiesta de San Felipe y Santiago

Nos felicitamos la Pascua. Cantamos la Pascua. Anunciamos de mil formas el misterio Pascual. Pero, ¿vivimos este misterio? “Cristo vive,” decimos. Pero, ¿estamos resucitados con Él? ¿O todo se reduce a un producto más de consumo? Estamos ahora entre el Quinto Domingo de Pascua y el Sexto Domingo de la temporada. ¿Qué significa vivir la Pascua?

La Pascua significa pasar por la Cruz, como los hebreos “pasaron” por el mar rojo. El rostro y el cuerpo de Cristo glorioso está marcado por las cicatrices. No se puede llegar a la Pascua, sin dar antes los pasos previos. No se puede llegar a la Pascua sin romperse, como la losa del sepulcro, sin conseguir primero un despojo total y una entrega sin reservas, o una aceptación incondicional de la voluntad del Padre. Una Pascua sin Cruz no es más que una fiesta de primavera.

La Pascua también significa vivir en “éxodo permanente,” cuando se sale de Egipto deprisa y se come de pie, cuando nadie se instala en situaciones placenteras, ni se conforma con las libertades conseguidas, cuando se afrontan los problemas que se presentan en cada hora, cuando no se renuncia a la tierra prometida. Mañana…más de “lo que significa la Pascua.”

Oremos: Dios nuestro, que por medio de tu Hijo venciste a la muerte y nos has abierto las puertas de la vida eterna, concede a quienes celebramos en esta temporada la Pascua de Resurrección, resucitar también a una nueva vida, renovados por la gracia del Espíritu Santo. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que siendo Dios vive y reina contigo, en la unidad del Espíritu Santo, por los siglos de los siglos. Amén.

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Según el calendario de la Iglesia, hoy (3 de mayo) recordamos a dos Apóstoles del Señor: Felipe y Santiago. Celebramos dos personas que escucharon la llamada de Jesús y le siguieron dejándolo todo. Desde el primer día estuvieron con Jesús y le acompañaron por los caminos de Galilea – oyendo todo lo que el Maestro decía y viendo todos los signos y milagros que hacía. En ese día a día con el Señor, aprendieron quién era Jesús, cómo se comportaba con la gente, y cuáles eran los motivos que le movían a hacer las cosas. En ese día a día, fueron descubriendo también para qué les había llamado el Maestro; fueron dándose cuenta de la importancia y grandeza del Mensaje de Jesús para el mundo y cuál era su papel en la transmisión de ese Mensaje.

Seguir a Jesús es hacer un camino con Él – “Yo soy el camino” – un itinerario de un progresivo conocimiento experiencial y vivencial; de búsqueda constante; y de ir continuamente a más. El discípulo tiene que “dejar” redes, casa, y familia e irse convirtiendo progresivamente en seguidor del Maestro. Decimos: “la práctica hace al maestro.” Igual nos ocurre a nosotros en este camino de seguimiento de Jesús. Por eso el Papa Francisco dice: “Les invito a encontrarse con el Señor leyendo frecuentemente la Sagrada Escritura. Si no están acostumbrados todavía, comiencen por los Evangelios. Lean cada día un pasaje. Dejen que la Palabra de Dios hable a sus corazones, que sea luz para sus pasos.” Santos Felipe y Santiago, ruegan por nosotros.

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