Cada 29 de agosto la Iglesia Católica conmemora el Martirio de San Juan Bautista. San Juan fue “precursor” del nacimiento, de la predicación, y de la muerte de Cristo. Murió decapitado por anunciar y denunciar la verdad. Él es el único Santo en la Iglesia a quien se le celebra tanto su nacimiento (24 de junio) como su muerte, por medio del martirio.
La Vida del Bautista nos enseña que cuando la existencia se fundamenta sobre la oración, sobre una constante y sólida relación con Dios, se adquiere la valentía de permitir que Cristo oriente nuestros pensamientos y nuestras acciones. Celebrar el martirio de San Juan nos recuerda también a nosotros, creyentes de nuestro tiempo, que no se puede descender a “negociar” con el amor a Cristo, a su Palabra, ni a la Verdad. ¡La Verdad es verdad y no hay componendas!
Oremos: “Dios nuestro, que elegiste a San Juan Bautista para preparar, con su predicación y ejemplo, la venida de Cristo y dar con su muerte testimonio de la verdad y la justicia, concédenos, por su intercesión, anunciar y atestiguar con nuestra vida toda la verdad del Evangelio. Por nuestro Señor Jesucristo. Amén.”
