29 de abril: Fiesta de Santa Catalina de Siena

Un día, la Santa Madre Teresa de Calcuta encontró a una anciana muy enferma, que yacía en las calles de Calcuta. La mujer estaba cubierta de llagas abiertas y tenía mucho dolor. Muchas de sus heridas estaban infectadas. La Madre Teresa la acogió y empezó a limpiarla. Todo ese tiempo, esta mujer le gritaba y la maldecía. En un momento dado, la mujer gritó: “¿Por qué estás haciendo esto? La gente no hace cosas como ésta. ¿Quién te enseñó?”

La Madre Teresa respondió sencillamente: “Mi Dios me enseñó.” Ahora bien, eso hizo que la mujer se calmara un poco. Así que preguntó: “¿Quién es este Dios?” Y la Madre Teresa respondió, nuevamente, con gran sencillez: “Tú conoces a mi Dios. Mi Dios se llama Amor.”

Esta pequeña historia llega al corazón de nuestras responsabilidades como cristianos porque nos dice dos verdades importantes: quién es Dios y quiénes somos nosotros como seres humanos.

Hoy celebramos la Fiesta de Santa Catalina de Siena. Ella nació en 1347 en Siena, hija de padres virtuosos y piadosos. Ella fue favorecida por Dios con gracias extraordinarias desde una corta edad, y tenía un gran amor hacia la oración y hacia las cosas de Dios. A los quince años de edad, por ejemplo, ella asistía generosamente a los pobres, servía a los enfermos, y daba consuelo a los afligidos y prisioneros. Ella y la Madre Teresa tenían mucho en común. Santa Catalina también prosiguió el camino de la humildad, la obediencia, y la negación de su propia voluntad. En medio de sus sufrimientos, su constante plegaria era que dichos sufrimientos podían servir para la expiación de sus faltas y la purificación de su corazón.

Oremos. “Señor Dios, tú has mostrado a Santa Catalina el amor infinito hacia todos los hombres, hechura de tus manos, que arde en tu corazón. Ella compartió generosamente esta revelación y la vivió en todas sus consecuencias hasta el heroísmo. Concédenos que podamos seguir su ejemplo, confiando en tus promesas y aumentando nuestra fe en tu presencia en cada sacramento, especialmente en el sacramento de tu perdón. Te lo pedimos por Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.”

Para leer más: https://www.aciprensa.com/recursos/servicio-al-projimo-4583

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