29-30 de marzo: El Empiezo de la Semana Santa

Según la experiencia de nuestras vidas, “la realidad” no es siempre como nos gusta que sea. ¿Quién no ha roto un plato o muchos platos en su vida? ¿Quién puede decir que es puro y bueno y que todas sus obras son rectas y que nunca ha obrado por egoísmo y que sus intenciones son siempre buenas? Podríamos empezar a echar una mirada a los mismos Evangelios y al comportamiento de los discípulos en ellos. ¿Habían sido siempre fieles? ¿Estaban claras las razones por las que seguían a Jesús? Hace unos años, un predicador dijo que Pedro se chuleaba mucho de haberlo dejado todo para seguir a Jesús pero que en realidad quizá no había dejado más que unas redes mil veces remendadas y una barca que hacía agua por todas partes. Quizá habían seguido a Jesús pensando que, cuando hablaba del Reino de Dios, se refería a que iba a echar a los romanos y a instaurar un reino terrenal donde ellos podrían ser los ministros y, por qué no, se iban a poder aprovechar de los súbditos del reino como los jefes y capitostes de entonces y de casi siempre se han aprovechado de sus súbditos.

Y de los apóstoles podemos venir a nosotros. ¿Somos puros y buenos? ¿No tenemos nada de qué avergonzarnos? ¿Lo hemos hecho todo bien? Y aunque hayamos hecho cosas buenas, ¿no ha habido en nuestro corazón alguna intención espúrea que haya manchado la obra buena? 

Durante de la Semana Santa, vamos a ser realistas. Al final, ¿cuál es la diferencia entre el mayor traidor y nosotros? La diferencia puede ser de cantidad, pero no de calidad. Nos ayudaría a ser mejores comenzar reconociendo nuestras propias limitaciones y miserias. No somos diferentes de aquellos a los que apostrofamos como malos. Todos estamos necesitados de misericordia, perdón, y comprensión. Nos conviene un poco más de humildad, de andar en verdad, como decía santa Teresa de Jesús, para “poder acoger en nuestro corazón el misterio del amor de Dios manifestado en Cristo,” en su muerte y resurrección que vamos a recordar y celebrar una vez más en estos días.

Oremos. “O Dios, tu Hijo, Jesucristo, tuvo que sufrir la humillación de ser negado y traicionado por aquellos a quienes llamaba sus amigos. Pero convirtió su pasión y su muerte en instrumentos de amor y reconciliación. Haznos como Él, “personas-para-los-demás,” que aceptemos dificultades, incluso incomprensiones y traiciones de nuestros mejores amigos, y que las transformemos en fuentes de vida y alegría para todos los que nos rodean. Guárdanos siempre fieles a ti y los unos a los otros. por medio de Jesucristo nuestro Señor. Amén.”

footer-logo
Translate »