29-30 de agosto: Preparándonos Para Celebrar la Misa Dominical

Jesús pasó algún tiempo recorriendo las aldeas de Galilea. Allí vivió los mejores momentos de su vida. La gente sencilla se conmovía ante su mensaje de un Dios bueno y perdonador. Los pobres se sentían defendidos. Los enfermos y desvalidos agradecían a Dios su poder de curar y aliviar su sufrimiento. Sin embargo no se quedó para siempre entre aquellas personas que lo querían tanto. Explicó a sus discípulos su decisión: “tenía que ir a Jerusalén.” Era necesario anunciar la Buena Noticia de Dios y su proyecto de un mundo más justo, en el centro mismo de la religión judía. Era peligroso. Sabía que “allí iba a padecer mucho.” Los dirigentes religiosos y las autoridades del templo lo iban a ejecutar, pero confiaba en el Padre.
En el pasaje de hoy (Mateo 16,21-27) San Pedro se rebela ante lo que está oyendo. Le horroriza imaginar a Jesús clavado en una Cruz. Sólo piensa en un Mesías triunfante. A Jesús todo le tiene que salir bien. Por eso, lo toma aparte y se pone a reprenderle: “No lo permita Dios, Señor. Eso no puede pasarte.” Jesús reacciona con una dureza inesperada. Este Pedro le resulta desconocido y extraño. No es el que poco antes lo ha reconocido como “Hijo del Dios vivo.” Es muy peligroso lo que está insinuando. Por eso lo rechaza con toda su energía: “Apártate de mí Satanás.” El texto dice literalmente: “ponte detrás de mí” u ocupa tu lugar de discípulo y aprende a seguirme … no te pongas delante de mí desviándonos a todos de la voluntad del Padre.
Jesús quiere dejar las cosas muy claras, pero la gran tentación de los creyentes es siempre imitar a San Pedro: confesar solemnemente a Jesús como “Hijo del Dios vivo” y luego pretender seguirle sin cargar con la Cruz. Vivir el Evangelio sin renuncia ni coste alguno. Colaborar en el proyecto del reino de Dios y su justicia sin sentir el rechazo o la persecución. Queremos seguir a Jesús sin que nos pase lo que a Él le pasó.
No es posible. Seguir los pasos de Jesús siempre es peligroso. Quien se decide a ir detrás de Él, termina casi siempre envuelto en tensiones y conflictos. Será difícil que conozca la tranquilidad. Sin haberlo buscado, se encontrará cargando con su Cruz. Pero se encontrará también con su paz y su amor inconfundible. No podemos ir delante de Jesús sino detrás de Él.
Oremos. O Dios, que tu Hijo Jesús nos dé el valor de transformar los sufrimientos, que son parte de la vida, en dones de nosotros mismos para otros, y de hacernos fuentes fiables de fuerza, bienestar, y esperanza para todos los que encontremos en el nombre de Él, que vive y reina contigo por los siglos de los siglos. Amén.

footer-logo
Translate »