28 de mayo: El Día del Señor

Celebrando hoy la Fiesta de Pentecostés, recordamos que cincuenta días después del Domingo de Pascua, el Espíritu Santo descendió sobre los Apóstoles que estaban reunidos en oración junto con María, la Madre de Jesús. El amor de Dios tomó posesión total de sus vidas. Pero aún más, este mismo Espíritu sigue bajando sobre la Iglesia y sobre cada uno de sus miembros. Se nos comunica por primera vez en el Bautismo. Se corroboran sus efectos en la Confirmación. Juntamente con su vida (la vida del Espíritu) se nos comunican sus dones.

Hoy, tenemos motivos más que suficientes para renovar nuestra profesión de fe: “Creo en el Espíritu Santo, Señor y Dador de vida.” Y porque la recepción del Espíritu Santo en el Bautismo y en la Confirmación nos han convertido en “apóstoles,” la Fiesta de Pentecostés (en la que místicamente se da en todos una nueva efusión del Espíritu Santo), por eso mismo, hoy somos llamados (de nuevo) a continuar la acción iniciada en aquel primer Pentecostés.   

Oremos confiadamente: “¡Ven, Espíritu divino! Llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego perenne de tu amor. Amén.”

footer-logo
Translate »