28 de julio: El Más Alto Movimiento del Corazón Humano

La gratitud es tal vez el más alto movimiento del corazón humano. Es un sentimiento que está justo en el corazón del cristianismo. La primera oración cristiana en el Nuevo Testamento, el Magníficat de María (Lucas 1,46-55), es una oración de agradecimiento a Dios por la liberación de su pueblo a través de Jesús, el Mesías. El corazón de nuestra oración como católicos es la Eucaristía, una palabra griega que significa “acción de gracias,” porque, en la Eucaristía, damos gracias a Dios Padre por el don de la vida nueva, que hemos recibido en Jesús, un regalo que se da y renueva cada vez que celebramos la Santa Misa, cada vez que estamos en Adoración, cada vez que ofrecemos la Oración de Comunión Espiritual, y cada vez que renovamos nuestra fe.

La gratitud es el reconocimiento de que todo lo que hemos recibido viene a nosotros por la bondad y el amor desbordante de Dios. Es también un reconocimiento de que Su amor es un don que no merecemos. Ser cristiano es vivir en profunda gratitud por el inmenso amor de Dios, revelado en Jesucristo. Como dice San Pablo: “Estén siempre alegres, oren sin cesar y den gracias a Dios en toda ocasión; por voluntad de Dios, su vocación de cristianos.” (1 Tes. 5,16-18). Este pasaje de San Pablo es un profundo desafío para nosotros como cristianos.

¿Cómo podemos dar gracias “en toda ocasión,” “en todas las circunstancias?” ¿Es posible dar gracias por las dificultades como la pandemia o incluso por las cosas que son malas? Aquí llegamos al corazón mismo de nuestra fe y vemos el verdadero poder de lo que creemos, porque la Cruz de Jesucristo nos proclama una gran paradoja. La paradoja es ésta: Dios es capaz de sacar el bien del mal. Por supuesto que Dios no quiere que el pecado o el mal entre en el mundo. Pero Él nos ha permitido el libre albedrío, aún sabiendo que el mal vendrá. ¿Por qué un Dios bueno permite el mal? Sólo puede ser porque Él es capaz de sacar el bien del mal (Catecismo de la Iglesia Católica #311).

Estemos agradecidos de que en medio de las dificultades y desafíos, Dios sigue haciendo el bien.

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