27 de noviembre: El Día del Señor

El Profeta Isaías

Hoy, primer domingo de Adviento, empezamos un nuevo año cristiano. Y lo empezamos con una convocatoria que nos resulta conocida y nueva a la vez: somos invitados a celebrar el Adviento, la Navidad, y la Epifanía. Desde hoy (27 noviembre) hasta el final del tiempo de Navidad con la fiesta del Bautismo del Señor (9 de enero), van a ser cinco semanas de “tiempo fuerte” en que celebramos la misma Buena Noticia: la Venida del Señor. Las tres palabras – Adviento, Navidad, y Epifanía, o sea, venida, nacimiento, y manifestación –  apuntan a lo mismo: que Cristo Jesús se hace presente en nuestra historia para darnos su salvación.

El profeta Isaías nos dice hoy (2, 1-5) que nuestro futuro, gracias a Dios, será brillante, que estará lleno de esperanza por la gracia de Dios, que cumple lo que promete. Pero nada de eso sucederá sin nuestro esfuerzo y cooperación, pues tal es nuestro destino por voluntad de Dios. Por eso, el profeta termina su visión del futuro, invitándonos y urgiéndonos a “caminar a la luz del Señor.” Pues la Palabra de Dios, que es promesa, es la que nos muestra el camino y nos da fuerzas para emprenderlo sin desmayo. Así es como la Palabra de Dios nos descubre el sentido de la vida y de la historia, que es adviento, esperanza, y paciencia para hacer ya aquí, en la tierra, la voluntad de Dios, como se hace en el cielo.

El Adviento, este Adviento y todos (pues siempre es Adviento para el creyente), debe ayudarnos a ver cómo la esperanza del Reino de Dios se va ya realizando en cada una de las esperanzas y de los logros humanos. Y debe comprometernos en esa tarea común, con todos los hombres de buena voluntad, aunque sean distintos por otros motivos. Todavía queda mucho por hacer. Todavía tenemos una gran esperanza. Ojalá tengamos también una gran ilusión que multiplique todos nuestros esfuerzos.

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