27 de febrero: “Lo que hicieron ustedes….”

Es chocante cómo la Biblia insiste, incluso en el Antiguo Testamento, en que Dios está presente donde las personas se aman y practican obras de misericordia, las unas en bien de las otras. Lo que hacemos a los demás, lo hacemos a Dios.

El Antiguo Testamento puso énfasis en el amor, especialmente con respecto a miembros del pueblo elegido, que debían ser considerados como parientes de sangre; de todos modos, sin excluir a los no-judíos.

El Nuevo Testamento extiende esto claramente no solo a los miembros del pueblo de Dios, sino a todo ser humano (por ejemplo, Mateo 25,31-46). El Reino de Dios está presente donde las personas se tratan mutuamente como hermanos y hermanas. Los que pertenecen al pueblo de Dios (y ahora nosotros a la Iglesia) tienen que dar a todos testimonio de que el amor existe y está vivo, y por lo tanto, de que Dios existe y vive, particularmente por nuestro auténtico amor, respeto, e interés por los más débiles y frágiles. Ésta es una hermosa tarea y misión, aunque muchas veces nos sea difícil. Necesitamos la inspiración, la gracia, y la fuerza del Señor.

Oremos. “Padre, especialmente aquí durante del tiempo Cuaresmal, otórganos bondadosamente la sensibilidad propia para reconocer a tu Hijo en nuestros hermanos y hermanas, cercanos y lejanos. Ayúdanos a dar testimonio de que el amor existe y está vivo y de que tú, el Dios de amor, existes y vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.”

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