27-28 de noviembre: Preparándonos para Celebrar la Misa Dominical

En medio del miedo, la angustia, el estrés, los problemas de salud mental, y los problemas económicos hoy, debemos recordar que “cuánto más difíciles son los tiempos, más fuerte debe ser la esperanza.” Haciendo preparaciones para celebrar la Misa del Primer Domingo de Adviento, las Escrituras y el tiempo santo nos van a recordare que:

… la esperanza abre puertas allí donde la desesperación las cierra. Invita a levantar la cabeza y mirar más arriba, más lejos, y más adentro. Y mejor si miramos con otros. La esperanza nos descubre lo que puede hacerse, porque siempre se puede hacer algo, en lugar de lamentarse o protestar por lo que no depende de nosotros. Quejarse, buscar culpables, echar balones fuera, y sentirse derrotados no están en el diccionario de la esperanza.

la esperanza recibe su potencia de la profunda confianza en el Dios de la Pascua y en la fundamental bondad humana que Dios sembró en cada uno. La esperanza enciende una vela en la oscuridad. La Luz de Dios irrumpió en medio de la noche de Navidad, y convirtió la noche del Viernes Santo en mañana luminosa.

la esperanza considera los grandes y pequeños problemas de la vida como oportunidades, como retos, y como invitaciones al cambio. La esperanza se propone a veces grandes ideales y metas, pero también pequeños cambios y objetivos. Qué pequeña era la niña María, qué poca cosa era José. Y qué minúsculo el Niño. Pero lo cambiaron tanto todo.

… la esperanza no se rinde por las repetidas dificultades y derrotas, empuja hacia delante cuando la tentación sería abandonar y pasar de todo. Y se alegra con las pequeñas victorias, sabiendo que aún queda camino por delante. La esperanza sabe que a veces toca perder, pero se fundamenta en la certeza divina de la victoria final. Todo está en las manos de Dios: el mundo, la Iglesia, nuestra parroquia, y también todos nosotros.

Oremos. “O Dios, somos ‘tu pueblo en marcha’ que trata de llevar a cabo la tarea de dar forma a tu Reino de amor y de paz. Cuando nos sintamos con miedo y desalentados, mantennos en marcha con esperanza. Haznos vigilantes en la oración para que sepamos percibir los signos de la venida de tu Hijo, quien vive y reina contigo por los siglos de los siglos. Amén.”

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