27-28 de mayo: Preparándonos para Celebrar la Misa Dominical

Para prepararnos para celebrar la Misa dominical (la Fiesta de Pentecostés), es bueno recordar lo que nos decía el Papa Pablo VI en su Credo del Pueblo de Dios, sobre el Espíritu Santo: “Creemos en el Espíritu Santo, que es Señor y da la vida, que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria. Él nos ha hablado por los profetas y ha sido enviado a nosotros por Cristo después de su Resurrección y Ascensión al Padre. Él ilumina, vivifica, protege, y guía a la Iglesia, purificando sus miembros, si éstos no se sustraen a la gracia. Su acción, penetrando hasta lo más íntimo del alma, tiene el poder de hacer a la persona capaz de corresponder a la llamada de Jesús: ‘Sean perfectos como su Padre celestial es perfecto.’”

Fíjense lo que el Espíritu regala a los Apóstoles el día de Pentecostés (Hechos 2, 1-11). Reciben la acción del fuego del Espíritu y, en efecto, sus vidas cambian de signo y quedan confirmadas en gracia: se hacen audaces; se lanzan a la conquista del mundo; predican; y sufren con esperanza. El amor de Dios toma posesión total de sus vidas. Pero aún más, este mismo Espíritu sigue bajando sobre la Iglesia y sobre cada uno de sus miembros de edad en edad.

Ojalá que este mismo Espíritu nos mueva a arriesgarnos con valentía en nuestro sincera y total entrega a Dios y a los demás. Que Él nos dé el valor para transformarnos a nosotros mismos y a la Iglesia entera. Que lleguemos a ser para todo el mundo signos vivientes de la presencia bondadosa de Dios.

 

 

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