¿Nos hemos quejado al Señor por lo que ha pasado en la vida? ¿Hay veces en la vida cuando no podemos ver ningún sentido en el dolor, la dificultad, y la desgracia? ¿Le hemos preguntado a Dios “por qué?” Sí, tenemos cerca al Señor, que fue Crucificado, y somos sus seguidores. Pero algunas veces nos olvidamos y nos quejamos con demasiada facilidad.
El sufrimiento humano es un ejemplo de un Misterio. Y nunca podremos comprender un Misterio, al menos en este lado de la vida. Sólo podemos estar bajo el Misterio y vivir con él, con una actitud de asombro, maravilla, y entrega dinámica. Al fin de todo, sabemos que Dios nos ama y que ni el sufrimiento ni el dolor, e incluso ni la muerte, nos pueden separar de Él.
Oremos. “Oh Dios, rico en paciencia y amor, sabemos cuánto nos amas y cómo quieres que seamos felices. Según tu misterioso designio, tu Hijo pagó muy alto precio a causa de nuestra soberbia y egoísmo. Por medio de tu gracia restáuranos, guarda firmes nuestra fe y esperanza en ti, y haznos disponibles para vivir, y, si es necesario, con dolor y esfuerzo, como hizo Jesús, tu Hijo, que vive contigo y permanece con nosotros ahora y, así los esperamos, por los siglos de los siglos. Amén.”