Hoy celebramos la Fiesta de dos asociados cercanos al apóstol San Pablo: Santos Timoteo y Tito. San Pablo los puso al cuidado de comunidades cristianas y les escribió cartas para decirles lo que se espera de líderes de tales comunidades, especialmente de cómo deben ser siervos, servidores, y modelos del pueblo a ellos encomendado. San Pablo le dice a San Timoteo: “Tengo siempre tu nombre en mis labios cuando rezo, de noche y de día.” San Pablo lo quería como un padre quiere a su hijo.
Recordamos que Jesús envió a los setenta y dos discípulos como un anticipo y ensayo de la misión universal que en realidad comenzó después de Pascua. Pero este envío hecho por Jesús nos hace ver la urgencia que Él tenía de que su mensaje llegara a todas partes. “Vayan al mundo entero y proclamen el Evangelio a toda la creación,” les dirá Jesus. Para realizarlo cuenta con la buena voluntad y la vocación Evangelizadora de cada uno de sus discípulos. Hoy, le damos gracias a Dios por Santos Timoteo y Tito.
También, recordemos que cuando hacemos el bien, estamos Evangelizando. Y cada vez que nosotros ponemos en práctica lo que enseñamos a los demás, la fe verdadera crece en esta tierra, pues “las palabras convencen, pero sólo los ejemplos arrastran.”
