26 de diciembre: Fiesta de San Esteban

Estamos de lleno en la llamada “Octava de Navidad”: ocho días para seguir celebrando el Misterio. Y sin embargo la Iglesia quiere recordar justamente hoy a San Esteban, primero de los mártires. Es decir: alguien que llegó a entregar la vida por este Jesús que ha nacido en Belén. Poco que ver con adornos Navideños huecos y cantos bobalicones. La cosa es seria, muy seria. El “valor” no está solo en que San Esteban entregó la vida, sino que dicen de él que vivía “lleno de gracia y poder del Espíritu de Dios.” Cuando las cosas iban tan mal que todos le rodeaban para apedrearlo, fue capaz de fijar su mirada en Cristo, entregarle su espíritu (lo más profundo de sí mismo), y perdonar a los enemigos. Actitudes muy Navideñas o al menos, muy Evangélicas. Actitudes que no se improvisan si no van cuajando día a día en una vida cotidiana “llena de gracia y de poder del Espíritu de Dios.”

La fiesta de hoy del primer mártir de la Iglesia nos invita a pensar una vez más en quién y en qué hemos puesto nuestra confianza… pero de verdad, no sólo de palabra. Preguntémonos a quién acudimos cuando estamos en apuros (rodeados de gente que quiere apedrearnos), en quién nos apoyamos cuando no podemos más, y a quién volvemos la mirada en busca de luz. Ojalá, en alguna medida, Cristo el Señor, el Niño de Belén, el Dios de nuestra historia y nuestra vida, se encuentre también ahí y no sólo en las tarjetas navideñas de estos días.

Oremos. “Señor Dios nuestro, danos la gracia de ser buenos testigos, como San Esteban, llenos de fe y del Espíritu Santo, hombres y mujeres que estemos llenos de fortaleza, ya que nos esforzamos por vivir la vida de Jesús. Danos una gran confianza para vivir y morir en tus manos. Y que, como San Esteban, sepamos rogar por los que nos hieren u ofenden para que tú nos perdones a todos, tanto a ellos como a nosotros. Te lo pedimos por medio de Jesucristo nuestro Señor. Amén.”

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