26 de abril: El Pan de Vida

El tiempo Pascual nos está demostrando que en medio de la persecución y de los tormentos (Hechos 8, 1-8), la Palabra arraiga y se difunde, y no precisamente por méritos humanos. La persecución sufrida por los primeros cristianos en Jerusalén no los paralizó, dejándolos indefensos, sino que la fuerza del Resucitado hizo de ello motivo para anunciar a otros pueblos, de palabra y con el testimonio vivo … un anuncio que se vuelve alegría para quienes lo reciben, en salud para quienes lo acogen y en signo de Dios para quienes creen.

Debemos recordar que el fervor de la joven Iglesia es tan contagioso que los cristianos aprovechan la ocasión de la misma persecución para predicar a Cristo Resucitado. Ciertamente, Dios no abandona a la Iglesia, aun en momentos de prueba y sufrimiento.

Oremos. “Padre nuestro, tú eres nuestro Dios siempre fiel, aun en días de prueba para la Iglesia y personalmente para cada uno de nosotros. Tú permaneces a nuestro lado, aun cuando no nos demos cuenta de tu presencia. Danos una confianza en ti sin límites y haznos cada vez más conscientes de que tu Hijo Jesús es el sentido de nuestras vidas y de que Él nos nutre con el pan de sí mismo, hoy y cada día, y por los siglos de los siglos. Amén.”

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