26-27 de noviembre: Preparándonos para Celebrar la Misa Dominical

Una persona de fe es una persona de esperanza. Como creyentes y discípulos de Jesús, no podemos vivir sin soñar, sin ideales que nos inspiren y que incluso nos impacienten a veces. El mensaje de este Primer Domingo de Adviento nos habla del “sueño de Dios” con respecto a nuestro mundo. Este mundo está destinado a la paz y la justicia, ¿correcto? Sucederá este sueño feliz cuando la luz de Cristo brille sobre él.

¿Estamos despiertos y dispuestos a hacer llegar la luz y la paz de Cristo a este nuestro mundo de hoy y a transformarlo en el mundo de mañana soñado por Dios? La Palabra de Dios y la Eucaristía siempre nos invita a encontrar felizmente con el Señor. Hagamos todo lo posible para traerlo también al mundo de hoy, compartiendo con la gente que nos rodea su amor y su justicia, su esperanza y su alegría. El mejor modo de hacerlo será viviendo su vida lo mejor que podamos. Que nuestra vida sea, pues, “el libro abierto” en el que nuestros hermanos y hermanas puedan leer y cerciorarse de que el Señor ha venido ya y vive entre nosotros.

Oremos. “Oh Dios, tu nos das el tiempo de Adviento para crecer en Cristo y vivir su vida. Haz que nos percatemos de que, si Él vive en nosotros, podremos entregarle al mundo, como nuestro mejor don, para que los gritos del pobre sean escuchados, para que tu justicia prevalezca, y para que todos, en la tierra como en el cielo, compartan tu amor y tu paz. Por Cristo nuestro Señor. Amén.”

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