En el Evangelio de San Juan (capítulo 17), Jesús le ofrece al Padre una oración: “Que todos sean uno… Que el amor con que tú me amas esté en ellos, para que yo esté en ellos.”
Si nosotros somos realmente uno, ése es el mejor testimonio que podemos dar de Jesús, de que el Padre le envió, de que creemos realmente en Él, y de que Él vive en nosotros. La división entre las Iglesias, así como la división y las peleas en nuestras familias, son un “anti-testimonio” de Cristo y de su Evangelio. Que el Espíritu de Dios nos una en un sincero y verdadero amor.
Oremos. “Padre, que el Espíritu Santo derrame tu amor en los corazones de todos los que creemos en Jesús, nuestro Pastor y Salvador. Que este amor nos una en un lazo común de comprensión y respeto mutuo y nos disponga a vivir los unos para los otros y a servirnos mutuamente como hermanos y hermanas, a causa de Jesucristo nuestro Señor. Amén.”
