25 de agosto: San Luís, Rey

San Luis, Rey de Francia, es, ante todo, un Santo cuya figura angélica impresionaba a todos con sólo su presencia. Vive en una época de grandes heroísmos cristianos, que él supo aprovechar en medio de los esplendores de la corte para ser un dechado perfecto de todas las virtudes.

Desde el principio de su reinado San Luis lucha para que haya paz entre todos, pueblos y nobleza. Todos los días administra justicia personalmente, atendiendo las quejas de los oprimidos y desamparados.

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Un sacerdote comenzó su homilía así: “Me da vergüenza predicar lo que no practico. Sin embargo, si predicara lo que practico, sería mucho más vergonzoso y me avergonzaría doblemente.” Raros son los líderes espirituales cuyas palabras y hechos coinciden perfectamente. Sólo de Jesús podemos decir que es “Palabra encarnada” – todos los demás se quedan cortos, más o menos.

Esta toma de conciencia debe producir dos resultados: el líder debe ser humildemente consciente de este desajuste entre sus palabras y sus actos y buscar continuamente la Gracia de Dios para salvar la brecha; y (segundo) los destinatarios de su ministerio deben mirarle con compasión y comprensión, y como aconseja Jesús, deben escuchar sus palabras sin imitar necesariamente sus actos. Para la imitación, debe bastar el modelo de Jesús. También debemos rezar por los líderes, así como por nosotros mismos, pues también nos quedamos cortos.

Oremos. “Oh Dios, te damos gracias por los Santos, especialmente los “profetas” de unidad y de reconciliación. Que, como ellos, nosotros también hallemos la fuerza para hablar claro y actuar cuando sea necesario, para que podamos ver las realidades más profundas de la vida y de nuestro mundo con ojos de fe y amor. Otórganoslo por medio de Jesucristo nuestro Señor. Amén.”

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