25-26 de junio: Preparándonos Para Celebrar la Misa Dominical

Jesús les dijo: “Síganme.”

En el Evangelio de la Misa del domingo (Lucas 9, 51-62), el texto empieza con estas palabras: “Jesús tomó la firme determinación de emprender el viaje a Jerusalén.” Jesus toma decisión para ir a Jerusalén. Y toma la decisión porque allí es donde Dios Padre le espera y le quiere. Aunque eso, como sabemos, le trajera muchos riesgos e inconvenientes.

Nosotros, sin embargo, somos más bien indecisos: nos planteamos la vida como ése que está a la orilla del mar, pensando si entra o no entra, que mete los pies en el agua, se moja un poco la cara con las manos, se pasea un rato por la orilla, mira “lo grande que es el mar,” y lo peligrosas que pueden ser las olas…, y no termina de lanzarse al agua. O tal vez sí, nos lanzamos al agua por donde no cubre mucho, quizá con salvavidas, con el socorrista cerca, sin meternos muy adentro, por si acaso.

Jesus quiere liberarnos de nuestros temores, del poder amortiguador del egoísmo, de nuestro pesimismo, y para abrirnos al poder de la vida y de la esperanza, a fin de que le sigamos sin vacilación en su camino hacia el Padre y hacia los hombres. Que esta confianza se haga real en nuestras vidas de cada día.

Oremos. “Oh Dios, por medio de Jesús, tu Hijo, nos revelas cómo el amor es un don que procede de ti, y que nos convoca a darnos sin vacilación. Queremos ser sus discípulos, y así te pedimos: abre nuestros oídos a su llamado, para que nos comprometamos con manos y corazones abiertos a seguirle radicalmente y hasta el fin en un servicio gozoso y fiel a ti y a los hermanos y hermanas. Te lo pedimos en el nombre de Jesús el Señor. Amén.”

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