23 de septiembre: Aprecio y Afirmación

Parece que todo el mundo necesita aprecio y afirmación, ¡incluso el Hijo de Dios! (“¿Quién dice la gente que soy yo?” de Lucas 9, 18-22) Es alentador darse cuenta de que Jesús se preocupaba por lo que sus propios amigos, hermanos, y discípulos pensaban de Él. También encontramos a Dios, el Padre, afirmando al Hijo en momentos cruciales de su vida. Ahora tenemos a Pedro (“Eres el Mesías de Dios”) en nombre de sus discípulos (y de la Iglesia) respondiendo con la misma afirmación, que Jesús reconoce como procedente de su propio Padre. Jesús necesitaba esta afirmación, tanto para sí mismo como para los discípulos, antes de revelar el destino del Misterio Pascual que le esperaba.

Un método de intervención actualmente popular entre las empresas y organizaciones es la “indagación apreciativa,” que busca afirmar lo que es bueno, positivo, y constructivo en las personas y tratar de aprovecharlas. ¡Qué maravilloso y sanador sería, si pudiéramos aplicar una dinámica similar a nuestra vida cotidiana, para afirmar y apreciar a aquellos con los que compartimos nuestra vida, a los que normalmente tendemos a dar por sentados!

Oremos. “Oh Dios, haznos ver con los ojos de la fe las oportunidades que tú nos das en cada momento. Ayúdanos a usar nuestro tiempo y nuestra vida y todos tus buenos dones para, piedra a piedra, construir tu Reino, hasta que tú lo completes en tu buena Hora, por medio de Jesucristo nuestro Señor. Amén.”

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La Iglesia celebra hoy el Memorial de San Pío de Pietrelcina. También conocido como “Padre Pío,” él fue un fraile y sacerdote italiano, perteneciente a la Orden de los Hermanos Menores Capuchinos. Recibió los estigmas de Jesucristo en las manos, los pies, y el costado. Se hizo célebre por haber obrado milagros en vida y por los dones extraordinarios que Dios le concedió. Padre Pío, ruega por nosotros.

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