23 de mayo: El Espíritu de la Verdad

Comenzamos una nueva semana y seguimos en tiempo de Pascua, un periodo más largo que el de Cuaresma pues necesitamos rumiar, tomar conciencia, e interiorizar el acontecimiento central de nuestra fe: la Resurrección. Nos da la impresión de que la Pascua no la vivimos con la misma “intensidad” que la Cuaresma, porque quizá nos resulta más fácil sintonizar con el sufrimiento y el dolor y – no tanto con el gozo y la alegría. Y a esto precisamente estamos invitados a vivir en este tiempo: la Resurrección de Jesucristo es también la nuestra, su gozo y su alegría es su regalo para nosotros.

Como hemos oído, Jesús nos ha prometido su Espíritu, el Espíritu de la verdad. Nos estamos solos. Este Espíritu Defensor nos cuida, nos protege, y nos ayuda a dar testimonio, a no tener miedo, y a ser valientes como los Apóstoles y los demás primeros creyentes y a tener el corazón abierto. Hay una condición: hay que estar receptivos y atentos para dejar al Espíritu posarse sobre nosotros, y para ello necesita su espacio en nuestro interior. Pídele hoy al Señor que te ayude a vaciarte de todo aquello que estorba en el trastero de tu corazón para que su Espíritu pueda acampar a sus anchas.

Oremos. “Dios nuestro, te pedimos ahora la fuerza de tu Espíritu para que podamos ser testigos valientes en el mundo de hoy. Haznos honestos con nosotros mismos, para que lleguemos a ser personas liberadas que lleven la libertar de tu Hijo Jesucristo a la gente y al mundo que nos rodea. Que nuestro testimonio induzca a nuestros hermanos y hermanas a creer que tu Hijo vive realmente en medio de nosotros, ahora y por los siglos de los siglos. Amén.”

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