22 de marzo: Apoya a los Migrantes y Refugiados

La historia de la humanidad es una historia del pueblo de Dios en movimiento. Los israelitas escapando de Egipto. La Sagrada Familia huyendo de Herodes. Una y otra vez, las Sagradas Escrituras narran momentos de migración forzada. Hoy en día, la familia humana de Dios se enfrenta a una realidad similar. Un número sin precedentes de personas están actualmente desplazadas.

En 2017, el número de migrantes en todo el mundo alcanzó los 258 millones. Aproximadamente 70 millones de personas se han visto forzadas a desplazarse, incluidos más de 22 millones de refugiados que han cruzado alguna frontera internacional, 3 millones de solicitantes de asilo y más de 40 millones de desplazados dentro de su propio país. La Iglesia sostiene que las personas tienen derecho a encontrar oportunidades en su país de origen y que tienen derecho a emigrar cuando las condiciones en el país les impiden brindar seguridad y bienestar a sus familias.

La Iglesia nos enseña que todos los seres humanos tienen derecho a servicios básicos de salud y artículos de primera necesidad como jabón y agua limpia, incluso cuando las circunstancias en su país de origen los hayan forzado a emigrar por la seguridad y el bienestar de sus familias.

Oremos. “Padre, millones de nuestros hermanos están en movimiento alrededor del mundo, no por elección, sino por desesperación. Encontramos sus historias en las noticias y sus rostros en los miembros de nuestras propias comunidades. Oramos para que podamos liderar el camino para lograr la visión de Dios de paz y justicia para todos, y de esperanza y amor para quienes están en movimiento cerca y lejos. Por aquellos obligados a huir de la violencia, oramos para que encuentren seguridad. Por aquellos que buscan oportunidades económicas, oramos para que consigan medios de subsistencia seguros. Por aquellos que intentan mantener y proteger a sus familias, oramos para que puedan encontrar comunidades que los acepten. Por aquellos que buscan paz y esperanza, oramos para que encuentren, a través de nosotros, la Buena Nueva. Estamos llamados a ser profetas en este mundo, denunciando la injusticia y siendo mensajeros de la verdad y el amor. Oramos para que todos los migrantes, refugiados, y personas desplazadas puedan encontrar comunidades seguras y amorosas, así como la oportunidad de salir adelante. Y rezamos para que tengamos el valor de ponernos de pie y actuar para defender la dignidad humana de todos nuestros hermanos necesitados. Por Cristo nuestro Señor. Amén.”

María, Reina de la Paz, ruega por nosotros.

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