Los cuatro Evangelios mencionan a María Magdalena como una de las mujeres que seguían al Señor (Jn 20, 10-18). Entre ellas figuraba María Magdalena, de la que había arrojado “siete demonios.” También se recuerda a María Magdalena por otros episodios. En la hora más oscura de la vida de Cristo, María Magdalena contemplaba la Cruz a cierta distancia. Acompañada por “la otra María,” descubrió que alguien había apartado la pesada piedra del sepulcro del Señor. Fue ella la primera persona que vio, saludó, y reconoció a Cristo resucitado. María Magdalena, la contemplativa, fue el primer testigo de la Resurrección del Señor, sin la cual vana es nuestra esperanza. El Hijo de Dios quiso manifestar la gloria de su Resurrección a aquella mujer manchada por el pecado y santificada por la penitencia.
Oremos. Señor Dios nuestro, María Magdalena buscó a tu Hijo Jesús con la afán de una persona que le amaba profundamente y que temía haberle perdido. Cuando ella le hubo reconocido, Jesús la hizo testigo de su Resurrección. Ayúdanos a descubrir la presencia de tu Hijo en la gente que nos rodea y que ellos, a su vez, reconozcan que Jesucristo vive en nosotros ahora y por los siglos de los siglos. Amén.
