22 de agosto: Fiesta de Santa María Reina

La realeza de Santa María está íntimamente ligada a su Asunción, su glorificación. A ella se le reconoce como Reina, sobre todo, por ser la Madre de Jesucristo, Rey y Señor del Universo. Desde su plena y definitiva gloria ejerce, junto a su Hijo, el cuidado amoroso sobre todo lo creado.

“De hoy en adelante me felicitarán todas las generaciones,” canta Santa María. ¿Qué significa llamar a ella, la humilde virgen, bendita o bienaventurada? Significa nada más y nada menos que estamos llenos de admiración, y que queremos adorar la maravilla (Jesús) que el Espíritu cultivó en su seno; que interpretamos desde ella que Dios mira a la humilde sierva y la alza a la altura; que la venida de Dios a este nuestro mundo no busca lo alto sino lo profundo; y que la gloria de Dios consiste en hacer grande lo que es pequeño. Llamar a Santa María bienaventurada significa que, junto con ella, meditamos con admiración los caminos de Dios, que deja al Espíritu soplar donde quiere; obedecerle y decir humildemente con ella: “Hágase en mí según tu palabra.”

Oremos. “Dios todopoderoso, que has querido darnos como Madre y Reina a la Madre de tu Hijo, concédenos amarla y venerarla como verdaderos hijos suyos y participar, por su intercesión, de la gloria de tu Reino. Por nuestro Señor Jesucristo. Amén.”

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