Una parte importante de nuestra tarea diaria es el “ser signos del Reino.” Pero hoy sabemos que no es fácil. Nuestra sociedad secular nos cuestiona, eso lo sabemos, pero también sabemos que la alianza no se rompe, que la promesa sigue viva, y puesta la confianza en Dios, todo llega, todo se cumple.
El Evangelio, el mensaje del Reino, es palabra viva, dinámica, y eficaz, que tiene que salir al encuentro, a los caminos. Jesús, por su parte, siempre salió al encuentro de los hombres y de las mujeres que vivían como “ovejas sin pastor,” de hombres y mujeres que saben o intuyen de una semilla que les habita, pero que a veces no saben, no entienden o no pueden hacerla crecer.
La única forma en que podemos construir el Reino y vivir nuestras vidas al máximo (con nuestros ojos puestos en el Reino) es aprender a perseverar y enfrentar los desafíos que nos presenta la vida. Estos desafíos son como “las curvas de la vida.” Sobrevivir a estas curvas y perseverar a través de la adversidad, el dolor, los sentimientos de desesperanza y desesperación son parte del viaje para que aprendamos quiénes somos. No hay otra manera de aprender cómo ser Pueblo de Dios – resilientes, valientes, optimistas, y optimistas sobre la vida y nuestro futuro.
Oremos. “O Dios, te pedimos valor y lucidez para afrontar todas nuestras dificultades, no dejes que nuestro ánimo decaiga. Tú eres nuestra fortaleza y nuestra roca fuerte, nuestro escudo protector ante la adversidad. Que nunca quedemos confundidos, los que en Ti ponemos nuestra fe y nuestra esperanza. Por Cristo nuestro Señor. Amén.”
