21 de abril: La Serenidad

Dios nos habla de muchas maneras, miles maneras, pero hay dos maneras principales. La primera es la Sagrada Escritura. La segunda es el momento presente. Estos dos caminos o maneras nos llevan a Dios si usamos la “llave maestra” para leerlos de modo correcto: la fe, la esperanza, y el amor.

Sin fe, la letra mata y el momento presente queda envuelto en una nube impenetrable. La Sagrada Escritura no desvela sus secretos al erudito más competente o al pensador más profundo cuando es leída sin fe. La vida ordinaria, los hechos de cada día, no permiten descubrir el Amor de Dios si nos falta esa fe con la que todo se abre a dimensiones insospechadamente bellas. Todos estamos llamados a vivir el momento presente de modo profundo, a descubrir en lo cotidiano la grandeza del Amor divino.

Nuestro desafío es estar suficientes abiertos a esta verdad: es posible descubrir la voluntad de Dios en cada momento presente: en el teléfono que suena, en la puerta que chirría, en la tos que nos empieza a inquietar, en la gotera del piso de arriba, en las palabras amables de un amigo, en al amor compartido en el hogar.

La santidad, entonces, está al alcance de todos: no es una conquista de pocos “iniciados,” no es un sueño remoto alcanzable sólo por algunos “seres superiores.” La acción divina llega a todos. Lo que hace falta es abrir bien el alma para dejarse guiar por el Maestro interior a través de las mil aventuras, sencillas y normales, de cada día.

Oremos. “Dios concédeme la serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar, valor para cambiar las cosas que puedo, y sabiduría para reconocer la diferencia. Concédeme también valor para  vivir un día a la vez; disfrutar de cada momento, momento por momento; aceptar la penuria y las penas como camino hacia la paz; tomar, como Jesús hizo, este mundo pecador tal como es, no como yo quisiera que fuera; confiar en que Él lo enderece todo si me entrego a su voluntad; a fin de estar razonablemente feliz en esta vida y supremamente feliz para siempre con Él en la vida por venir. Amén.”

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