20 de mayo: Llamados a Ser Uno en Cristo

Injertados por el Bautismo en Cristo, que es la vid verdadera, y por lo tanto, llamados a ser uno en Él, por vocación y por nuestro mismo ser cristiano, con frecuencia nos desintegramos en grupos y facciones a causa de nuestra procedencia de tierra y cultura, de regionalismos y diferencias de lenguaje, orígenes y clases sociales, raza y color, actitud o talante conservador o progresista. Así mismo ocurría en la Iglesia primitiva (según los Hechos de los Apóstoles): cristianos discriminados a causa de su origen pagano, facciones incluso entre los de origen judío. ¿Somos nosotros acaso algo mejores?

“Ámense como yo les he amado.” Estas palabras del Señor nos resultan un poco incómodas. Es relativamente fácil amar a Dios, aunque con frecuencia nos parece que Él está lejos; al menos pensamos que es fácil amarle. Pero se nos antoja muy difícil amar a todos y cada uno de nuestros hermanos y hermanas, a todos sin excepción, incluso al vecino que desquicia nuestros nervios, al antipático cascarrabias de la puerta de al lado, y a la persona aburrida que en el trabajo no nos deja pegar golpe. Quizás pudiéramos amarles más y mejor, si no estuvieran tan cerca de nosotros. Y hasta nos parece que amarles como el Señor nos ama, con el mismo amor que se olvida de sí mismo y se sacrifica, es mucho exigir. Nosotros no los elegimos a ellos. Ellos y Dios nos escogieron para que nos hiciéramos sus prójimos. Pero el Señor nos eligió a todos, nos tomó y aceptó tal como somos.

Oremos. “Padre amoroso, que nuestra unión a Jesús se haga visible en nuestra apertura y generosidad, de los unos a los otros, y en nuestra unidad como hermanos y hermanas, para que Él esté visiblemente presente entre nosotros, ahora y por los siglos de los siglos. Amén.”

footer-logo
Translate »